martes, 22 de marzo de 2016

Entre el mar de gente

Como si a la gente le encantara salir a pasear en un domingo soleado, todos con mejores cosas que hacer y que tuvieran más importancia o grado de necesidad. El calor estaba insoportable hacia las 2 de la tarde, los afortunados se llenaban de líquidos helados para engañarse de que hacerlo les quitaba parte del bochorno general. Algunos muy felices y otros hartos con ganas de estar hasta el cuello en alguna playa lejana o conformarse con la piscina que cobraba por hora o la bañera de toda la clase media con el agua helada más por necesidad que por gusto.
     Era como si todos estuvieran compartiendo el espacio, gigante y sin conversaciones pero repleto de sonidos característicos; agudos y fuertes, de pasos rápidos y alimentos que se derretían y se transformaban en gotas y manchas al golpear el asfalto. La ropa rozaba y dejaba sus marcas en las pieles más sensibles, las mamás preocupadísimas por Juan, Rodolfo, Brandon, Ernesto, Benito, todos los hijos. Los papás que por sus mentes sólo estaba presente la imagen del paquete de cervezas compradas con la paga del viernes y que culminaría en una noche de diversión; si es que la mujer lo aprobaba y no decidía botarlo para emborracharse en su soledad en algún bar vacío o un club de ésos en los que pasan muchas cosas hacia las 2 de la madrugada.
     Inclusive a esa hora, estando en esos lugares, las luces no ayudaban y el sistema de ventilación que se averiaba cada media hora, los clientes tan entretenidos en el espectáculo y la piel y la bebida barata y contaminada por orden directa del propietario. Hasta él que andaba con la toalla húmeda encima del cuello, tomando a escondidas la bebida que no vendían a la clientela regular.
     Sabía que sacar la bicicleta en días como estos no era buena idea. Que el navegar entre el mar de gente era riesgoso hacia las 2 de la tarde, que muchos tendrían el hartazgo plasmado en los gestos de tener que estar en la calle. Tan ilógico que todos quisieran encontrarse en lugares ventilados y no tan concurridos pero que por una cosa u otra tuvieran que hacer algo completamente opuesto a lo que deseaban. Ni mencionar los planes ambiciosos y fallidos de los padres por querer remediar el sentimiento de tristeza de los hijos. Hay ciertas situaciones que no se pueden evitar, si el clima no tiene solución pero si un impacto considerable sobre todos nosotros, eso es ya mucho que decir.

sábado, 12 de marzo de 2016

Todo amor olvidado

Se puede olvidar el amor por las noches, cuando se comparte la cama con una amante, cuando se charla bajo techo con un amigo y se comparte una cerveza. Pero todo eso por lapsos breves, como si la piedra del amor caprichoso siguiera colgando de nuestra espalda, esperando la hora para comenzar a azotarnos sin control, sin importarle el cuerpo en lo absoluto. Pero quisiera saber cómo es posible deshacerse de los años de cariño y de espera por los besos bajo los árboles durante el verano insoportable que todos amaban y yo hacía de lado, lo único que añoraba era verte como lo hacía Joel cada que podía y lo engañábamos con las sonrisas y los abrazos mentirosos y culposos.
     Cómo olvidar que Joel, al igual que Gabriel eran amigos míos y que me enamoré yo primero, luego Gabriel una mañana corriendo hacia mí arrepintiéndose de haber soñado con tu rostro y tus besos y confesando que estaba muy enamorado. Luego Joel que se había separado de nosotros a mediados de año y te buscaba luego de compartir el té helado en casa de Gabriel, borrando sin cuidado la evidencia de los besos con María para estar contigo sin problema. 
     Pobre María cómo lloró y cómo lloré cuando nos enteramos que después de tantos encuentros declaraban su amor abiertamente y no miraban atrás. Por entonces apenas nos conocíamos y bebíamos el té en casa de Gabriel y jugábamos cartas hasta la medianoche cuando Joel se levantaba antes para encender el motor y dejarte en casa con un considerable retraso por los besos dentro del convertible.
     Era como si nos juntáramos para poder apreciarte con cuidado, creo que te hubiera preocupado enterarte con nuestras palabras de todo lo que sentíamos. Gabriel empezó a decorar la casa con las cosas que te gustaban, reemplazamos el té por la cerveza cuando los años pasaron y la aventura era mayor; a poco de quedarnos borrachos todos, abrazados y riendo mientras Joel sacaba la primera cajetilla sin saber nada de fumar, ni él ni nosotros.
     Una noche que Joel nos llamó en la tarde para decir que había enfermado, apareció Gabriel más tarde convencido de que no habría mucho que hacer, sorprendido por tu llegada, no me resistí al jugueteo con las manos, diciéndome que estaban peleados y que varias cosas de él te disgustaban ahora que era un adulto. Gabriel llegó poco después de que nos ajustáramos la ropa.
     Luego de ese verano de engaño, vino la separación. Joel estaba angustiado por la universidad, Gabriel que de un día para otro quería trabajar y vivir en el campo con María; la misma María que tanto le lloró a Joel. Ya nos veíamos poco y sospechaba que ya no nos divertíamos como antes. Más tarde en ese último año juntos, la tragedia nos azotó y pude notar con melancolía como el grupo se separaba. Cuando moriste sin avisarnos me dolió tanto y lo grité estando borracho y ahora lo encuentro estúpido porque no habría podido conmigo mismo de enterarme que te ibas a morir dentro de poco.
     Todos nos dejamos de ver después del entierro, me conseguí un departamento decente cerca del Salvador y mis noches se vieron interrumpidas por los sueños que revivían las noches que estuvimos juntos, compartiendo los cuerpos y las bebidas y los chistes de mal gusto y el amor que los otros sentían por ti. Y como si no hubiera pasado nunca, se me fueron olvidando muchos detalles y entre ellos el intenso amor que en el aire y la música de jazz se sintieron hacia la media noche en casa de Gabriel siempre.