El encontrar a alguien que adore la lectura como tú es un gran mérito, en especial si se refiere a escenarios tan oscuros y actuales donde lo cultural está debajo de lo que es importante, donde las carreras productivistas prosperan y donde ideologias destructoras dejan de lado al verdadero sabio y al que vive la vida como se debe.
Los escritores colisionan cuando se encuentran. Son sus semejanzas y romances lo que los logra unir, son sus interpretaciones y actitudes, estilos y vacíos los que propician la explosión. Encontrarse a un igual es una dicha, pero es una dicha que se derrumba, los escritores son todos diferentes. Qué hay de divertido en que te encuentres a uno y le guste lo que a ti, escriba como tú, son momentos de alegría gris, simple.
El escritor se las tiene que arreglar para sobrevivir en el mar de estudiosos y de ociosos que lo ven fácil, encargarse de que no todos se conviertan en figuras opositoras literarias; pero sí mantenerlos cerca, no dar señales de una falsa alianza ni amistad, pero encontrar su lugar en un mundo literario que tiende a colapsar sin aviso.
Espacio exclusivo para compartir textos narrativos de mi autoría y reseñas literarias.
domingo, 20 de septiembre de 2015
Encuentros maravillosos y contrariedades
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viernes, 11 de septiembre de 2015
Abrir la puerta
Héctor Carrillo Bustos
El
puñetero mosco vuela por la estancia sin importarle la hora de sus paseos
nocturnos, turna sus recorridos por el aire con la mosca mientras escucho a la
lejanía a don Ernesto, que no cesa de llamar a la puerta: dormir es imposible
ahora.
Don Ernesto es el típico vecino molesto,
el pinche e inoportuno, el que siempre que me encuentra me recuerda lo viejo que
aparento a mis 18, aumentando la edad para arruinarme los buenos días, las
buenas tardes y las buenas noches, sino
es que se reserva una visita especial como ahora.
Creo que no son horas de andar tocando
puertas tan insistentemente, mientras tengo la cabeza metida en una caja
buscando algo que me ayude para detener las jodidas carreritas aéreas del mosco
y la mosca, que no permiten ni un poco de calma para una lectura nocturna con
una limonada al lado, en lugar de un buen café porque el calor está de la
chingada. El clima está llegando a niveles insoportables, y más por las noches,
don Ernesto (siempre tan abierto) dice que no sabe si dormir medio tapado o
medio destapado.
La verdad, don Ernesto y sus comentarios
repetitivos, sin sentido y de comedia barata se pueden ir ahora mismo directito
a la... El raidolito aparece glorioso sobre otra pila de objetos inservibles a
la vista, como un barco de rescate entre las olas incesantes. Mi molesto vecino
deja de golpear la puerta a la vez que el raidolito eleva su glorioso humo después
de encenderlo y logra ahuyentar al mosquito por fin. La mosca parece rendirse y
desaparecer por el momento.
Con aire triunfante y con la piyama bien
puesta, recibo a don Ernesto con una sonrisa. ¡Cuántas maldiciones sean posibles
cruzan por mi mente cuando al abrir la puerta un puñado de moscas y mosquitos
entran y penetran las habitaciones donde no está el raidolito! Las imagino riéndose
de mi descuido, distribuyendo sus nuevos territorios: el baño, la cocina, el
cuarto de lavado, el estudio. Después de cerrarle la puerta en la cara a mi
vecino, escucho por sus gritos que sólo quería preguntarme si tenía unos
raidolitos de sobra, que por el calor del demonio se los acabó todos en un par
de noches. No podría estar más molesto, porque ahora estoy igual o peor de
jodido que él.
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Dolores y placeres
La fecha está asignada, parece infinita desde que es mencionada y remarcada su importancia. Es por culpa de esta sucesión de eventos que influyen en el proceso, que lo hacen muy rico o lo hacen nada.
Hay cosas más importantes que otras y esa ponderación es lo que va a dar luz verde a un texto o lo va a sepultar entre un camposanto de ideas estancadas.
Hay cosas más importantes que otras y esa ponderación es lo que va a dar luz verde a un texto o lo va a sepultar entre un camposanto de ideas estancadas.
Escribir no se va, pero las ideas sí, se deshacen o confunden. El plazo está definido y nada llega a ti. Parece que todo lo escrito es basura o no llega a ser lo que esperabas.
De nuevo cuestionas lo importante, el dolor está de por medio y te recuerda constantemente los errores y tropiezos por tu trabajo.
Ese encerrarse en la habitación se convierte en un inevitable escape de la realidad para el encuentro maravilloso de hilar palabras, darle sentido a todo aquello que sale pitando de la imaginación.
Ese encerrarse en la habitación se convierte en un inevitable escape de la realidad para el encuentro maravilloso de hilar palabras, darle sentido a todo aquello que sale pitando de la imaginación.
El dolor comparte espacio con el placer, ese placer tardío de terminar algo bueno, de escribir algo bueno, de entregarlo.
Los plazos son importantes, son el límite, la valla divisoria. Los plazos también dividen el dolor del placer. Sean cuidadosos en extremo con los plazos.
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domingo, 6 de septiembre de 2015
El prejuicio del escritor
Un mundo sin escritores, sería horrible.
Paco Ignacio Taibo II
Porque para muchos la lectura se convierte en algo tan insoportable con los libros que no logran comprender, los que se pierden en la elaborada (o no tan elaborada manera, más bien creativa) de contar una historia y terminan por dar un salto a libros que ni mención merecen, tienden a apostar por la escritura rápida y sencilla que hasta cierto punto carece de sabor. Es por lo anterior que no se le presta la atención debida al escritor.
En una sociedad que se mueve con celeridad, todos quieren leer algo rápido, historias que salgan una tras otra de una atormentada mente que quiere llegar al mes y que por lo mismo no funciona con pasión para escribir. Se solicitan historias que exploten a los lectores, que se conviertan en Best-Sellers inmediatos y saquen tanta plata sea posible.
Pienso que es una chingadera que los que saben que escribimos nos mencionen como si fuera nada, que deberíamos escribir de tal tema o abordarlo de tal modo. Es porque el escritor está sufriendo por transmitir su existencia de la manera que desea, con sus personajes y con lo que quiere dejar en la historia.
Es una situación triste, porque la mitad del tiempo, durante sus años de formación al escritor se le menosprecia y se le olvida. Pero es entonces cuando el primo de la tía tan querida quiere un libro que figura entre los mejores vendidos del mes, que recuerdan que el escritor está para dar vida, más que eso; es un salvavidas.
A manera de cierre, sugiero que se le tome más importancia al escritor; que es historiador, poeta, dramaturgo, guionista; también de unas pocas buenas revistas, periódicos y de cómic. Eso y más es un escritor, al escritor no se le sugiere algo que se le antoje a uno que plasme ni se le compara con otro escritor, pero sí se le critica o alaba por su obra.
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