Con una carga verdadera y profunda de oportunidades y un poco suerte, se puede llegar al éxito. No es que el éxito esté disponible siempre, a la vuelta de la esquina o encerrado en un baúl bajo llave. Cosas maravillosas se hacen realidad gracias al pequeño bolso de suerte que portamos dentro de un bolsillo de cualquier prenda.
Dicha suerte se recolecta en ocasiones en determinados momentos de la vida, cuando empieza a desbordar o a agotarse. Una labor de precisión y cautela para no dejar que huya y otra persona la encuentre y se la apropie con risible facilidad.
Un poquito de éxito y suerte emana de los besos espontáneos, de los días libres que son oficiales y no oficiales, de los regalos y los encuentros con personas valiosas e importantes justo para seguir viviendo con un ritmo amable.
La suerte que recolecta uno se vuelve valiosa para el portador, tendrá un poco de uso pero que definitivamente será poderoso para la formación de recuerdos, y a su vez, aquello que sobre será encontrado por algún individuo que crea necesario su uso futuro. Así de sencillamente complicado es el ciclo del uso apropiado de la suerte entre las personas.