Uno anda por la calle y se encuentra con su reflejo. Es el momento de reconciliación profunda y verdadera con el ser. Se puede detener unos cuantos minutos a asombrarse con las simetrías y asimetrías varias de su humanidad.
Hay que ser cauteloso para no perder la atención de las situaciones en el exterior. No debe ser uno por ninguna razón, una reencarnación vacía y rápida de Narciso.
Uno anda por la calle y se refleja en todos lados (los atentos y no precipitados por la vida lo saben) y justo cuando se olvida de cómo es que se mira y recibe al mundo, se encuentra con un estancamiento de agua en el suelo, un espejo; alguna superficie de transparencia considerable.
Los encuentros se pueden volver hostiles, agredir la tranquilidad y desencadenar los miedos y rechazos, los encontronazos sentimentales y la nula aceptación de la imagen reflejada se presentan. Hay que andar cuidado con los encuentros peligrosos del reflejo sincero y verse cuando es necesario recordarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario